El libro de Jim Collins, “Good to Great”, en el capítulo nombrado “Primero Quién… Luego Qué”, se enfoca mucho en la contratación primeramente de las personas correctas, sacar a las personas incorrectas y posteriormente, decidir de acuerdo al equipo que se haya formado qué y cómo se van a hacer las cosas. El detalle que más me llamó la atención fue una observación hecha por el autor, haciendo crítica de los esfuerzos que hacen las empresas por motivar a sus empleados, reforzando el autor, que si tienes a la gente correcta, no es necesario motivarlas, ellas solas lo hacen, sin embargo las empresas en muchas ocasiones hacen todo lo necesario para desmotivarlas, y aquí el cambio de paradigma: No dediques recursos para motivar al personal, enfócate en no desmotivarlos. Al terminar la lectura, recordé un libro del dibujante Scott Adams, “El Principio de Dilbert”, y cuyo capítulo final, “Un Nuevo Modelo de Empresa: F5”, define lo que es una empresa F5, es decir “Fuera a las 5.”. El autor comenta que una empresa debe buscar que sus empleados sean más efectivos, y la única forma es la motivación que ellos tendrán porque saben que saldrán a la hora de salida normal de la empresa. La motivación, dice el autor, es dada por aumentos de felicidad que consigue el empleado en el tiempo que tiene fuera del trabajo. Es decir, harán todo lo necesario por terminar sus actividades dentro del horario. Esta forma de pensar, posiblemente podría aplicarse en estos tiempos de crisis, donde por un lado, los empleadores han abusado de la ley de la oferta y la demanda laboral, exprimiendo a los empleados a trabajar más horas de las debidas. Se extrañan los patrones del porqué de la baja eficiencia a pesar de que se le dediquen más horas “gratis” al trabajo. Recordando mi propia experiencia laboral de mi último trabajo, sencillamente llegó un momento de hartazgo, de no verle sentido el aportar tantas horas adicionales, y todavía el soportar las invasiones a mi tiempo privado. Todavía hay que agregar el stress que se acumula en las relaciones conyugales y familiares. Esta crisis económica por la que estamos pasando, requiere hacer cambios de paradigmas, encontrar nuevos caminos que ayuden a los negocios a ser más eficientes, y los únicos que la hacen eficientes, es tener a empleados eficientes. Un empleado eficiente, es una persona que está motivada, para estar motivada, es necesario que tengan un balance, el balance únicamente se obtiene de dedicarle el tiempo debido a cada uno de los roles que una persona tiene: empleado, esposo, padre, amigo, hermano, estudiante, etc. El que una empresa invada el terreno privado, en aras de hacer un sacrificio por la empresa, es muy peligroso, en el corto plazo se aprovechan esas horas adicionales gratuitas que dan los empleados, en el mediano plazo se notarán las deficiencias en la efectividad y en el largo plazo, un hartazgo del empleado por la empresa, donde todos los esfuerzos que se hagan por motivarlos serán inútiles. Por eso, no dediques tiempo en pensar cómo motivar a los empleados, enfócate en cómo no desmotivarlos. El Principio de Dilbert, Scott Adams.

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